Para que un destino mejore en la ejecución de unas estrategias determinadas sobre la dinamización, el desarrollo y la promoción turística, debe definirse un liderazgo que sepa gestionar el destino aunando todos los actores del mismo de forma coordinada, siendo capaz de orientarlos hacia una misma dirección promocional y marca turística aceptada.
La Administración Pública por sí sola lo tiene muy difícil. Los intereses de un destino turístico son múltiples y totalmente transversales, ya sea en el sector privado como en el público, lo que provoca una amalgama infinita de combinaciones de agentes implicados en el posicionamiento turístico del destino.